Les doy la bienvenida a éste sitio con cierto aroma a naftalina. He investigado desde muy joven el rostro polvoriento del espíritu humano, las migas de mazapán que dejamos en el lar para algún día ser encontrados. Al igual que usted, yo también dije que buscaba a Dios y terminé hallando al hombre, dije que buscaba tener fe y terminé crucificado en la cama, dije que quería ser feliz y aún algunos me recuerdan como el hombre de la mirada triste. ¿Qué pasó en el intertanto ?, qué nos pasó que terminamos en éste lugar del bosque?. Por supuesto, que no quiero transformar éste simple blog en un diván, sino más bien en un lugar discreto del jardín donde solíamos hacer las cosas que más nos gustaban cuando niños: charlar largo y tendido con nuestro gato, tendernos a ver nubes en un atardecer arrebolado, en fin, cerrar los ojos y aún poder captar lo que llaman el silencio. Qué exquisito mundo. Ése es el humilde propósito de mi blog: buscar y hacer las cosas que de verdad me hacen feliz. Si por sincronía o semejanza mi búsqueda se parece a la suya, le doy la bienvenida, siéntese a mi lago, sáquese los calcetines y a patita pelada caminemos sobre el pasto mojado. No es necesario que nos pongamos graves y que queramos explicar lo que nos pasa como país o como raza: respiremos profundo y hablemos de las cosas bellas de este mundo, tal vez muchas de ellas están muy lejanas o inaccesibles a nuestras vidas, más, al igual que ocurre con los templos sagrados, todo en ellos es indispensable: las pilastras, los ornamentos, los vitrales, el hombre de fe, el que busca en ellos sólo a la chica de sus sueños, el que va detrás de lo sagrado para hacer cosas mágicas.

Parto mi blog con mi sincero homenaje a un genio en los asuntos sagrados y estéticos: Mircea Eliade. Con él se despierta la necesidad de aprender a mirar con los ojos plácidos del alma, la hermosa alma que ve con la misma indiferencia “un haza y una moneda de oro, una pierna de ternera y un muslo de mujer”. Cuando leí por primera vez en su “Vuelo Mágico” que “todo lo que no es ridículo, es caduco”, poco o nada entendí, pero me causó un hormigueo en mi cerebelo. Pero, sí claro, entendía, sólo que no lograba recordarlo. Pasa lo mismo cuando encuentras a alguien que nunca habías visto en tu vida, y su sola presencia te invita a sonreir por nada, complicidad, códigos secretos y mutuos, antiguas charlas ya disfrutadas. Claro, Mircea, lo que querías decir, es que cuando uno se civiliza de una u otra forma se domestica, se hace rutinario a las cosas del alma, te haces “demasiado cierto” le diría Juan Matus a Carlos Castaneda. Lo que se necesita es frescura espiritual, y no hay otra forma de ser original en éste tema que ser ridículo. Lo ridículo causa risa, escarnio, burla, irrisión, más por ello mismo no pasa inadvertido por ser inédito, es decir, nunca visto ni oído.

Tal vez podría presentarme como escritor o como Poeta, que es donde más cómodo me siento, pero prefiero ser conocido como un investigador del espíritu humano. Tal como el poeta del renacimiento miré el libro y dije un buen día: esta cuestión no cuadra con la vida. Es decir, no vale tan sólo haber leído mucho, sino que en algún momento debes deshacerte de tus pergaminos y entrar al laboratorio. La vida, la que se chorrea por los marcos de los cuadros donde queremos aprisionarla, la que no cuadra con los bonitos discursos dominicales, la que nos saca de quicio cuando creemos tenerlo todo ordenadito y clasificado.

A comienzos del dos mil lancé en Chile lo que con la pasión de ese entonces denominé “la primera sonda de inteligencia espiritual enviada al pasado mañana”. ¿Verdad que suena ridículo?  1.500 textos raros de hermetismo, ocultismo y tránsito sagrado. 800 biografías de mujeres y hombres destacados en éstos temas, un glosario de términos y definiciones básicas, un diccionario insoportable, donde, por economía de palabras o cháchara, intenté definir muchas términos en sólo dos palabras: ejemplo “brujería”: santo remedio; adivino: ”bromista inculto”; alma: “huérfana extraviada”; cama: “ver sepulcro”. Ese cosquilleo que se siente en la nuca al comprender de qué estamos hablando, ésa sonrisa cómplice, ése es mi humilde aporte  con aquel diccionario. Un divertimento para decirle al mundo: “hey, no te tomes esto tan, pero tan en serio. Aprende también a pasarla bien en este mundo tan solitario, o si lo prefieres “aprende también a disfrutar y saborear tu amargo dolor”.

Aplíca el principio de lo que está caduco en tu vida a través de lo que te acabo de señalar y luego me cuentas. Indudablemente también entenderás lo que realmente nos pasa como sociedad en Chile y el mundo, y de pasada echamos abajo el mito que cierto conocimiento tiene poca o ninguna aplicación práctica en nuestras vidas. Sí, evidente, llegarás a la misma conclusión: entre tanta tecnología de punta y ultra avanzada, nos volvimos totalmente rancios y obsoletos.

 

Mircea Eliade (1.907-1986): filósofo, historiador de las religiones y novelista rumano. Un verdadero genio.